Se trata de un implante de electrodos que posibilita reducir los síntomas de esta enfermedad. Afirma que le cambió la vida y que pudo volver a disfrutar de las cosas simples y de su familia.
Miércoles, 22 de mayo de 2013 - Hasta los 37 años, Sergio Retamal tenía una vida normal: trabajaba en el Servicio Penitenciario, jugaba al fútbol con sus amigos y disfrutaba de la vida junto a su esposa y sus tres hijos, que en ese entonces eran pequeños.
Sin embargo, algo en su cuerpo comenzó a fallar. Empezó a sentir rigidez en un brazo y temblores en las piernas. Consultó a un médico, después a otro, hasta que visitar distintos consultorios fue un peregrinar cotidiano, sin obtener una respuesta concreta a lo que le estaba pasando. “Estuve dos años hasta que me diagnosticaron mal de Parkinson”, contó a UNO.
Esta enfermedad por lo general afecta a personas de edad avanzada y con antecedentes genéticos. Ninguna de las dos causas se adecuaba a Sergio, y quizás por eso fue difícil detectar qué era lo que se adueñaba de sus miembros para que se movieran de manera involuntaria. Llegó a tomar 13 tipos de medicamentos a la vez para frenar los síntomas y el avance de su afección. “El efecto de las pastillas duraba tres horas y cuando iba mermando volvían los temblores. Estuve 12 años así, con un gran deterioro en mi calidad de vida, ya que llegó un momento en que no podía caminar solo, ni comer ni bañarme. El último tiempo que estuve así ya no salía de mi casa”, señaló.
Pero darse por vencido no fue una opción en la vida de Sergio. Con el incondicional apoyo de su mujer, de su mamá y de sus hermanos, sobre todo de Fabricio, siguió averiguando qué podía hacer para vencer los momentos tan dramáticos a los que lo sometía esta cruel enfermedad. “Había escuchado que existen dos operaciones para este tipo de casos: una ablación que lesiona la neurona, que es un método cubano, pero donde la enfermedad sigue; y otra en base a un implante de electrodos”, explicó.
A su vez, contó: “Los médicos en general me desaconsejaban operarme porque decían que esta última alternativa, que era la más viable, estaba en una etapa experimental y era muy riesgosa”.
Finalmente decidió hacer una consulta por su cuenta en un nosocomio de Buenos Aires, para ver si reunía las condiciones físicas necesarias para someterse a una intervención tan delicada, y lo logró. Fue en octubre de 2012 y su recuperación fue sorprendente. “Lo primero que disfruté hacer fue el hecho de volver a caminar, algo que es tan natural para la gente pero que para mí era imposible”, dijo emocionado.
En este sentido, destacó que “la gente que padece mal de Parkinson tiene que saber que existe una solución, que no hay que bajar los brazos. Con mi caso quiero dar testimonio de eso. Y pedirle a los médicos que le den una oportunidad a los pacientes y les informen sobre esta posibilidad”.
Por último, enfatizó: “Esta operación realmente me cambió la vida”.
En qué consiste
Este tipo de intervención es un procedimiento de mínima invasión, a través del cual se implantan electrodos en la profundidad de la estructura cerebral. Permite brindar mejor calidad de vida a pacientes con Parkinson al reducir signos característicos que son temblor, movimiento constante y rigidez en las extremidades. Sergio Retamal contó: “Me operaron en octubre en Buenos Aires y debo controlarme cada tres meses, pero la vida me cambió radicalmente”, y señaló: “Si un día aparece una cura para el mal de Parkinson me puedo quitar los electrodos. Mientras tanto disfruto de caminar y de hacer cosas que antes no podía”.
Esta intervención le cambió la vida y ahora puede disfrutar
Pasaron 12 años desde que el mal de Parkinson se adueñó del cuerpo de Sergio. La desazón, el miedo, la depresión y muchas emociones adversas formaron parte de este proceso hasta que la esperanza de poder revertir los síntomas se fue convirtiendo en un hecho posible.
Es que en el marco de esta enfermedad degenerativa, de la cual aún no se descubrió una cura, se producen esos sentimientos en la mayoría de los pacientes. Es por eso que los especialistas hacen hincapié en la importancia de la contención.
“Mis hijos me daban mucha fuerza. El mal de Parkinson me robó compartir el tiempo de su niñez, a mí y a mi esposa, porque ella tenía que estar pendiente de mis cuidados. Pero por suerte hoy son grandes y están estudiando”, sostuvo Sergio.
Para operarse también debió cumplimentar los pasos burocráticos de los sistemas de salud: “Tuve que batallar con la obra social para que la reconozcan, ya que es muy costosa. Para eso me pidieron que presentara un montón de estudios, ir a otras interconsultas, ver distintas alternativas. Pero hoy tengo que agradecerle a mi familia el haber llegado hasta acá, a la gente del Iosper y del Iprodi y al doctor Walter Aguirre, que se interesó por mi caso desde el punto de vista humano y me ayudó a concretar este paso tan importante para mi vida”, enfatizó.
El implante de electrodos es una intervención novedosa y el caso de Sergio es, por ahora, el único en Entre Ríos. El éxito fue tal que quiso brindar su testimonio para que otros pacientes que padecen esta enfermedad accedan a una esperanza.
“Ahora ya no debo tomar tantos medicamentos. Puedo andar solo y disfrutar de mi familia. Ando tan bien que a veces hasta me olvido de tomar los remedios”, dijo por último, entre risas, dando testimonio certero de que es así. Fonte:
Uno Entre Rios.ar.