Para la enfermedad del Parkinson no existe una cura. Los medicamentos han sido la única salida para aliviar un poco los síntomas. Pero en algunos pacientes, un dispositivo electrónico en el cerebro podría cambiar la vida.
13 de Abril de 2013 - El Parkinson es una enfermedad neurogenerativa que se relaciona con la edad y se presenta en unos 150 casos por 100,000 habitantes, con menos frecuencia en algunos países asiáticos.
Según explicó el neurólogo Luis González, sin ninguna causa, las células de un pequeño grupo del cerebro del paciente comienzan a presentar disfunción. En este deterioro progresivo hay varias células involucradas, pero la más importante, explica González, es una que se llama sustancia negra, la que se encarga de producir la dopamina. Con el desgaste de esta sustancia, el paciente olvida ciertos patrones de movimientos, como por ejemplo mover una mano, caminar, ya que el paciente siente una ligera sensación de que una pierna o un pie está rígido y se arrastra, por eso camina como “robot”.
Lastimosamente, no existe tratamiento preventivo ni curativo, explica el doctor González, y mucho menos una cura. Solo existen medicamentos que pueden aliviar los síntomas. Estos se orientan en mejorar la cantidad de dopamina. Pero en un promedio de dos horas estos aparecen. Mientras tanto, la calidad de vida de los pacientes empeora progresivamente, puede llevar a un deterioro de todas las funciones cerebrales y hasta la muerte. Y el problema que, mientras más jóvenes son los pacientes, la dopamina produce efectos secundarios “muy intensos”.
Debido a las limitaciones del tratamiento médico, desde hace un siglo se hicieron intentos de mejorar el paciente sin tener que suministrar tanta dosis de medicamento. Se pensaba que atacando un sitio específico del cerebro se podía curar la enfermedad, pero desde hace varias décadas en países como Estados Unidos, Canadá, México, Brasil, Colombia, Argentina (y desde hace dos años también en El Salvador), realizan una cirugía denominada Estimulación Cerebral Profunda (ECP) en la práctica privada. En el Hospital Rosales realizarán el primer caso a finales de este mes pero a través de la esterotaxia, una técnica parecida, aunque menos avanzada que la ECP. Este, en cambio, es un tratamiento quirúrgico “de primer mundo”, dice el doctor González, en el cual un dispositivo llamado neuroestimulador transmite señales eléctricas a las áreas del cerebro que controlan el movimiento. Se realiza a través de una cirugía con cráneo abierto para instalar un alambre (que no es de cobre) que se le denomina electrodo. Este se coloca dentro del cerebro. Una vez conectados, los impulsos eléctricos viajan desde el neuroestimulador, a lo largo del cable de extensión, hasta el cerebro.
Según explicó el doctor González, encargado de realizar esta cirugía, junto a un grupo de especialistas, entre ellos el neurocirujano Eduardo Lovo (ambos del Instituto de Neurociencias del Hospital de Diagnóstico), estos diminutos impulsos interfieren y bloquean las señales eléctricas que causan temblores y los síntomas del trastorno de movimiento.
El doctor González asegura que ya han logrado resultados satisfactorios con cinco pacientes intervenidos. Tiene en su archivo la prueba de cómo después de finalizado el evento quirúrgico pareciera que “milagrosamente”, después de colocarle el electrodo y recibir esa energía magnética, caminan de forma erguida, patean con los dos pies, sin los típicos temblores, cruzan los brazos, y en fin, regresan a su vida normal.
Eso sí. No todos los pacientes pueden someterse a la ECP. El requisito principal pareciera ser el dinero, ya que para poner un ejemplo, en Estados Unidos puede costar unos $185,000, y en El Salvador, pese a que es la misma técnica, ronda los $55,000 (quien tenga un seguro médico, le cubre este gasto), pero el doctor González asegura que el requisito principal es que el paciente tenga menos de 70 años, cinco años de diagnóstico, que no padezca de Alzheimer, de depresión, entre otros. Además, debe de entender que “no es un tratamiento curativo”. Algo más importante, que tenga un buen soporte familiar.
Si bien es cierto esta cirugía “no cura” la enfermedad, el paciente debe evaluar más bien qué quiere en la vida: ¿vivir unos 15 años más con los síntomas controlados o dejar que esta enfermedad de los mil temblores acabe con su vida por completo? Fonte: La Prensa Grafica.el.